Si estás buscando hacer algo distinto con tu dinero, empezar a invertir y hacer que tu dinero crezca para tener más dinero, tienes que crear (sí o sí) un portafolio de inversión.
La cartera de inversión representa el conjunto de activos que tiene un inversor.
Su calidad definirá tu estabilidad financiera. Es decir, cuando una de las inversiones no vaya como esperabas, el resto de valores de la cartera debería compensar las pérdidas que provoque.
Por lo tanto, es importante que, aunque estés empezando de cero, la construyas respetando a rajatabla los mantras del portafolio de inversión.
El más importante es la diversificación del riesgo. Al distribuir tus inversiones en diferentes clases de activos —como acciones, bonos y bienes raíces— reduces el riesgo asociado a un solo tipo de inversión y las pérdidas potenciales que pueda provocar en tu cartera.
Cada uno de estos activos ha de estar también alineado con al menos uno de tus objetivos personales y tu perfil de riesgo. Puedes ajustar la elección de activos de inversión según tus necesidades y horizonte temporal, por ejemplo.
Al final, el objetivo es contribuir a un rendimiento consistente a lo largo del tiempo, minimizando la exposición a eventos a corto plazo. Permite aprovechar las oportunidades de crecimiento y ajustar la estrategia en función de las condiciones del mercado. Y aquí es donde entra en escena el reequilibrio periódico de la cartera de inversión.
A través del reequilibrio periódico, puedes asegurarte de que tu portafolio siga alineado con tus objetivos a medida que cambian las condiciones del mercado.
En resumen, estructurar tu portafolio de inversión te da la capacidad de adaptarte a tus objetivos financieros, reducir riesgos, y buscar un rendimiento sostenible a lo largo del tiempo. Es una herramienta esencial para construir una base financiera sólida y trabajar hacia el logro de tus metas.