Muchas veces, la perfección nos detiene antes de dar el primer paso. Nos decimos: «No, no está listo todavía», o «Podría ser mejor», y sin darnos cuenta, meses después seguimos en el mismo punto, sin haber lanzado nada.
Hoy quiero hablarte de algo que revolucionó mi manera de lanzar proyectos y productos: el Producto Mínimo Viable.
El gran error que muchos cometen, sobre todo cuando están arrancando con un nuevo proyecto, es esperar a que todo esté perfecto antes de lanzarlo. Queremos dar la mejor experiencia posible desde el minuto uno, y en ese afán, nos quedamos estancados. Pero déjame decirte algo, lo perfecto muchas veces es el enemigo de lo bueno.
¿Cuántas oportunidades hemos perdido por esperar a estar «100% listos»?
La realidad es que podrías haber lanzado una versión inicial, algo simple pero efectivo, y a partir de ahí ir construyendo sobre la marcha. Recuerda, la única manera de saber si un producto funciona realmente es lanzándolo y viendo cómo responde el mercado.
El poder del Producto Mínimo Viable (PMV)
La filosofía del Producto Mínimo Viable es simple: pregúntate, ¿qué es lo mínimo que puedo ofrecer para que mi producto sea funcional y aporte valor?
No se trata de dar menos, sino de ofrecer algo básico, bueno, funcional, que puedas mejorar con el tiempo y el feedback de tus clientes.
Te doy un ejemplo práctico:
Imagina un pintor que lo han contratado para entregar una obra en sólo tres días. ¿Qué puede hacer? Hará lo mejor que pueda en ese tiempo, entregará un producto bueno, ese será su PMV.
Ahora de allí tiene la posibilidad de expandirse a crear una obra más grande o una serie o un conjunto. Pero lo importante es que destrabó algo en su negocio y ya tiene un producto.
Aquí te dejo algunos pasos para que implementes tu propio Producto Mínimo Viable:
Identifica el núcleo de tu producto o servicio
Pregúntate: ¿Qué es lo esencial que debo ofrecer para que esto funcione? Define el problema principal que quieres resolver y asegúrate de que tu versión inicial realmente lo cubra. No intentes abarcarlo todo; comienza con lo fundamental.
Lanza rápido, ajusta en el camino
No esperes a que esté perfecto. Lanza tu versión buena, bonita y básica y observa cómo responde el mercado. A medida que recibas feedback de tus clientes, podrás realizar ajustes y mejoras. La clave está en moverte y generar tracción. En este mundo, mejor hecho que perfecto.
Escucha a tus primeros usuarios
Tus primeros clientes son una fuente de información valiosísima. Ellos te dirán qué les gusta, qué les falta, y cómo puedes mejorar. ¡Aprovecha esa retroalimentación! Son los que te ayudarán a construir un producto mejor.
Itera y mejora continuamente
El PMV no es una meta final, es un punto de partida. Una vez lanzado, comprométete a mejorar. Agrega funcionalidades, optimiza la experiencia, y adapta tu producto a medida que creces y que las necesidades de tu audiencia evolucionan.
Mantén la visión, pero sé flexible
Ten siempre presente tu objetivo final y a dónde quieres llegar, pero permítete ser flexible en el camino. A veces, la mejor versión de tu producto es algo que ni siquiera habías imaginado al principio.
Por último, recuerda que si no te ven… ¡no vendes! Así que comienza ahora a crear tu camino a las ventas.
Un abrazo,