Si algo tiene diciembre, es esa mezcla entre sabor a “cierre de etapa” e ilusión por lo que puede venir.
Sabor rico, sabor amargo…
Depende.
Para mí siempre tiene un toque picante, no sabes bien si picará mucho o poco pero te hace ilusión probar ¡y ver qué pasa!
Hoy, como siempre, escribo mientras voy pensando, esta vez en lo aprendido.
¡Aprender!
Qué verbo tan maravilloso cuando sientes pasión por hacerlo.
¿Te pasa?
Yo nunca había sentido pasión por aprender hasta crear mi propio negocio.
Pero hoy te hablo de otro tipo de lecciones.
Las lecciones que 2024 me ha dejado, aunque algunas llegaron sin buscarlas (o incluso fueron incómodas), ahora son el motor de todo lo que quiero construir en 2025.
Lecciones que se quedan conmigo:
✨ La perfección no es el objetivo, solo es el freno.
Nunca he sido de las que esperan a que todo esté perfecto antes de lanzarse, esa es la verdad.
Pero este año aprendí algo más valioso: la perfección no llega antes de actuar, llega después de equivocarte muchas veces, de atreverte a hacer cosas imperfectas una y otra vez.
Para algunas personas, lo que tú consideras «imperfecto» ya será más que suficiente.
Y para otras, nunca será suficiente.
Porque lo perfecto no existe, al menos no de forma universal. Siempre habrá quien lo vea desde otra perspectiva, y ahí está la clave: lo que importa es cómo lo ves tú y cómo eso conecta con quienes están en tu misma sintonía
✨ Las ideas no sirven de nada si no se ejecutan.
Como creativa, tengo más ideas de las que podría poner en práctica en una vida entera.
Pero este año aprendí que no todas tienen que ser grandes proyectos.
Algunas solo necesitan un pequeño espacio para fluir, otras pueden esperar, y muchas no necesitan ver la luz.
Lo importante es actuar sobre las que de verdad me conectan.
Por eso me he propuesto dar vida a las que realmente me impulsan hacia el estilo de vida que quiero, me acercan a las personas que quiero y me hacen sentir mejor.
✨ No soy una máquina (ni quiero serlo).
Mi energía no es lineal.
Hay días en los que estoy a tope, llena de ideas y ganas de avanzar, y otros en los que simplemente necesito parar. Y está bien.
Nadie puede funcionar siempre igual.
De lo que este año he sido más consciente es que en lugar de luchar contra esos días de baja energía, es mejor escucharme, entenderme y gestionar mi ritmo de una forma que me permita sentirme mejor y trabajar mejor.
No se trata de forzarme cuando no puedo más, ni de dejar todo para después.
Se trata de encontrar ese equilibrio diseñando una forma de trabajar que fluya conmigo, no en mi contra.
Cuando te conoces y sabes gestionar tu energía, ¡todo cambia!
En serio, el trabajo deja de ser una carga y se convierte en algo que disfrutas, a tu manera.
Todavía esto en el camino, pero es algo que seguiré trabajando.
¿Y tú?
¿Te has parado a pensar en las lecciones que este año te ha dejado?¿Cuáles son esas pequeñas (o grandes) cosas que aprendiste y que pueden guiarte en 2025?
Yo te propongo algo: haz una lista.
Escríbela sin filtros, sin juicios. Mírala bien y decide cuáles de esas lecciones quieres llevar contigo y cuáles prefieres dejar atrás.
(En mi lista había muchísimas más, pero he separado las 3 que pienso que me pueden impulsar en 2025).
Porque aprender no es acumular experiencias, ni contarlas…
Se trata de usarlas para crecer.
Nos leemos , en la próxima FUGA.
Carmina