Ojalá alguien me hubiera dicho esto a los 18

Hoy te traigo una edición con la que espero hacerte pensar .

Más reflexiva de lo que sueles ver por aquí.

Ojalá me hubiera encontrado con estas 5 frases cuando tenía 18 años:

  • Si buscas SEGURIDAD, hazte funcionario.
  • Si buscas STATUS, hazte directivo.
  • Si buscas COMODIDAD, hazte empleado.
  • Si buscas RIQUEZA, hazte empresario.
  • Si buscas LIBERTAD, hazte freelance.

Pero no. Eso no pasó.

Como ves, cinco caminos. Cinco estilos de vida. Ninguno mejor que otro

¿Qué hice yo con 18 años?

Pues ya te lo imaginarás.

“Lo que hace todo el mundo. El camino predeterminado.”

De los 18 a los 30 años tuve un camino de lo más normal:

  • Ir a la universidad, estudiando cosas que ni me iban ni me venían, para conseguir un trabajo al acabar.
  • Trabajar en varias consultoras, saltando de proyecto en proyecto según el criterio de un “socio” , el cual casi no sabía cómo me llamaba, para ganar dinero y formarme en la vida real.
  • Prepararme para dar el salto a un puesto en una “empresa cliente”, a ser posible que fuera una multinacional.

Con 30 años lo tenía todo para meterme en el “Telefónica” de turno.

Pero una antigua jefa me propuso algo.

“Jorge, deja tu puesto fijo de 60k + variable en EY, y vente conmigo y mi socio a montar un negocio desde cero. Una empresa sin clientes, sin proveedores y, si me apuras, casi sin modelo de negocio en ese momento”.

Ese percal que a cualquier otro le habría sonado a miedo e incertidumbre, a mí me sonó a gloria bendita.

“Perfecto. Me tiro dos o tres años viendo qué es eso de emprender… y luego ya me meto en una multinacional aburrida a hacer powerpoints y a ir de reunión en reunión”.

Los 4 años que pasé montando ese nuevo negocio, un marketplace de freelancers, fueron los 4 años más apasionantes de mi vida laboral.

Igual soy un poco raro, pero el reto intelectual de crear algo desde cero me tuvo con la dopamina por las nubes.

En 4 años pasamos de la nada a ser más de 20 empleados, facturar tres millones de € al año y levantar dos en el juego de las rondas.

Eso sí, después la cosa se estancó y vi la parte más fea del emprendimiento que se basa en el crecimiento masivo con dinero de otros.

Los cofundadores perdieron parte de esa libertad inicial.

Tenían 20 nóminas que pagar y un jefe inversor al que pedir permiso.

Esa experiencia me demostró dos cosas:

(I) Que jamás jugaría al juego de las rondas, ni al de tener que alimentar 20 bocas al mes.

(II) Que meterme en una multinacional no estaba hecho para mí. Si iba a trabajar 8 horas todos los días, yo necesitaba más vidilla y propósito.

Y así la mentalidad freelance y los negocios unipersonales llegaron a mi vida.

El resto es historia.

Yo, como el 99% de los freelancers, buscaba (y busco) montar un negocio que me dé libertad.

Porque ese sistema que hemos montado donde todo el mundo tiene que trabajar 40 horas a la semana (o 37,5h dentro de poco), en cualquier circunstancia, no le veo sentido alguno.

  • Que llevas tres noches sin dormir bien: 40h.
  • Que tu madre o tu hija se ha puesto enferma: 40h.
  • Que tu pareja te ha dejado y tienes el corazón roto en mil pedacitos: 40h.
  • Que tienes la ansiedad por las nubes: 40h.
  • Que te han dado una buena noticia y estás que te comes el mundo : 40h.
  • Que acabas de volver de vacaciones y tienes las pilas al 120%: 40h.

Y no solo eso.

Es que además las horas tienen que ser en el horario que TÚ ME DIGAS.

Pero espera que aquí no acaba la cosa.

Todavía hay más.

Hace poco trabajé como freelance para una gran multinacional donde a las 19:00h el ordenador se bloqueaba para todos.

Conciliación laboral lo llamaban.

Yo lo llamo infantilización profesional.

Es que piénsalo.

Vivimos en un sistema que te trata como si tuvieras 5 años.

El Estado te dice cuánto te tiene que quitar cada mes para tu jubilación. Porque claro, como tú no sabes ahorrar, ya lo hace él por ti.

Tu empresa te dice a qué hora tienes que entrar, comer y salir. Porque claro, como tú no sabes trabajar por objetivos, mejor que alguien te controle.

Y encima, te retienen parte de tu sueldo para pagarte la paga extra… como si tú no fueras capaz de organizarte para tener dinero para los regalos de Navidad.

¿Pero qué soy yo? ¿Un niño de 5 años para que todo el mundo tome decisiones por mí?

Yo quiero hacerme responsable de mi vida.

Si la lío, que haya consecuencias.

Si lo hago bien, que también las haya.

Por eso decidí que ser freelance es y será el ESTILO DE VIDA que quiero disfrutar para mis próximas décadas.

Porque, si quiero trabajar 50h esta semana para luego trabajar 20h cuando vengan mis hijos quiero poder hacerlo.

Porque si un cliente no valora mi trabajo, le puedo decir con una sonrisa: “Gracias, pero no trabajo con gente como tú”.

Porque si hago bien las cosas, la vida me recompensa y, si hago el vago, la vida también me lo devuelve.

Así que hazte un favor y hazte esta pregunta.

(O haz que tus hijos se la hagan cuando tengan que tomar decisiones importantes sobre su futuro).

¿Qué estilo de vida quieres?

Y ojo, no hay un camino mejor que otro.

No estoy defendiendo el camino del “freelancing” con este email.

Este es duro de narices. Más te vale estar bien de cabeza si lo eliges.

Lo que defiendo es que si quieres ser feliz, debes elegir aquel camino donde haya una mayor probabilidad de alcanzar aquello que más valoras.

Yo he elegido que ese camino sea libertad.

Porque si divides el día en varios trozos te van a salir 3 grandes bloques:

  • Las 8 horas del sueño.
  • Las 8 horas de trabajo.
  • Las 8 horas que agrupan el resto de cosas: comer, conducir, Netflix, pareja, hijos, amigos…).

Si quieres tener una vida a tu medida me parece mucho más fácil tomar decisiones específicas en el bloque del trabajo que intentar hacerlo en el resto de bloques.

De hecho, el sueño no deberías tocarlo.

Y el resto de cosas son tan pequeñas que, aunque las toques, no tendrán tanto impacto como si tocas el bloque del trabajo al completo.

Eso sí, en mi caso diseñar el bloque del trabajo está teniendo un coste.

Está teniendo sacrificios.

Pero es un precio que estoy feliz de pagar.

Porque ese precio se ha convertido en mi propósito.

Un propósito que, cuando le dedico tiempo, hace que se me pasen las horas volando.

Un propósito que hace que los lunes por la mañana esté igual de feliz que los viernes por la tarde.

Porque cuando luchas por un sueño, la vida mola más.

Como me dijo Patricia , una freelance cuya historia conocerás dentro de poco:

El camino no será siempre fácil, pero será mío.
Y eso es suficiente.

Cosas de Freelance

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